En un trabajo elaborado por la especialista Maris L. Encarnación Z., se expone cómo en la última década la Inteligencia Artificial (IA) pasó de ser una promesa futurista a consolidarse como una herramienta transformadora en el sector salud. Su impacto directo se refleja en la prevención, diagnóstico, tratamiento y gestión de los servicios médicos, con beneficios tanto para los profesionales sanitarios como para los pacientes.
Uno de los aportes más trascendentales, según explica Encarnación, es la capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos clínicos en tiempo récord, lo que ha permitido el desarrollo de sistemas capaces de detectar enfermedades en etapas tempranas, como el cáncer, mediante el análisis de imágenes médicas. Estas innovaciones no solo reducen errores diagnósticos, sino que también impulsan planes de tratamiento personalizados y más eficaces.
La telemedicina es otro de los escenarios donde la IA ha tenido un crecimiento acelerado, al facilitar la interacción entre médicos y pacientes con asistentes virtuales que gestionan citas, responden consultas y realizan seguimiento de síntomas. Esto ha permitido llevar atención médica a comunidades rurales y de difícil acceso, optimizando recursos y mejorando la accesibilidad.
Asimismo, la llamada medicina de precisión se nutre de la inteligencia artificial para diseñar terapias ajustadas a las características genéticas y clínicas de cada individuo, prediciendo reacciones a medicamentos y evitando efectos adversos. En paralelo, los hospitales emplean IA en la gestión de recursos humanos, inventarios, programación de cirugías y reducción de tiempos de espera, mejorando la toma de decisiones en emergencias.
No obstante, Encarnación subraya que este avance no está exento de desafíos. La privacidad y seguridad de los datos médicos, la desigualdad en el acceso tecnológico y el rol insustituible del juicio humano y la ética profesional se mantienen como aspectos cruciales para garantizar que la innovación no desplace la dimensión humana del cuidado.
La autora concluye que la inteligencia artificial redefine hoy el futuro de la medicina con soluciones más rápidas y seguras, pero advierte que su éxito dependerá del equilibrio entre el avance tecnológico y la humanización del servicio, asegurando que los beneficios siempre estén al servicio de las personas.